El mundial de Ópera recoge los enfrentamientos de las veinticuatro
selecciones participantes, además de ofrecernos opciones de premundial,
entrenamiento y modo demo. Si elegimos ésta última, el programa jugará
ante nuestros ojos todos los partidos en el orden en que el sorteo de
la Fifa fijó para entonces. Y como los programadores han impuesto
preferencias a la hora de determinar la calidad de cada equipo,
suponemos que ganará el que más simpático les haya caído. Este detalle
también podremos comprobarlo en el resto de opciones, cuando veamos que
un equipo nos hace la pirula y a otro le metemos goles como en
Microhobby nos devoramos las páginas.
Durante el entrenamiento la selección que elijamos practicará sobre el
césped hasta que se haye en plenitud de condiciones. Una vez así,
entrará en el modo mundial, en el que existen opciones de carga,
grabación o inicialización de juego. Escogidos los equipos, el
ordenador propondrá un resultado para el emparejamiento, de tal forma
que las posibilidades de jugar se reducen al desarrollo del propio
mundial, es decir, de los partidos tal cual se celebraron. Más amplio
es el abanico de posibilidades en el modo premundial, ya que jugaremos
siempre con aquellos equipos que hayamos elegido, ya sea ontra otro
jugador o contra la máquina.
En el partido. El chirriante pitido del árbitro abre la veda de las
patadas, saques de esquina y goles. El movimiento de los jugadores es
normal, más rápido y hábil el de los alemanes, que para algo ganaron.
Se echa en falta un buen scroll del terreno de juego. Algo menos brusco
y desconcertante que impida que el esférico se mantenga a veces en el
límite de la pantalla, esperando a lo desconocido, con alguna que otra
sorpresa. Por lo demás, el fútbol de Ópera tiene gran parecido a ese
magnífico Kick Off, al menos en las parábolas con que dotamos nuestros
disparos, aunque el control de la bola es de los de pegada al pie, lo
que hace más fácil incursiones y driblings.