SITUACIÓN, TIEMPO Y ESPACIO
En algún lugar del espacio, girando el torno a un viejo planeta ya casi
muerto, flota una inmensa astronave cargada con todas las formas de
vida de un millar de mundos. La nave es oscura, extraña y poderosa, y
dispone de energías capaces de desgarrar la propia textura del espacio.
Sus amos son dueños de secretos tecnológicos más allá de toda
imaginación, y su palabra es ley para miles de razas en toda la
galaxia. Y sin embargo, estos seres tan poderosos ¡tienen un terrible
problema...!
En algún lugar de la enorme estructura, arrastrándose sinuosamente por
algún conducto de ventilación, o recorriendo los invernaderos y salas
de control, o deslizándose por los transportadores, una solitaria
criatura lucha por su supervivencia y por la de su raza. La criatura es
el producto final de un millón de años de evolución sobre un mundo
agonizante. Astuta y llena de instintos salvajes, con músculos
resistentes como el metal y ojos duros como el diamante, se resiste a
los altivos dominadores.
LO QUE HAY QUE HACER
El objetivo es perpetuar la raza introduciendo diez vainas en las
incubadoras repartidas por toda la nave. El alienígena dispone de una
energía que se irá agotando poco a poco. La única forma de reponer
energía es soltando las vainas en las incubadores, o bien devorando a
los nanoingenieros que hay por la nave. La criatura puede defenderse
escupiendo ácido paralizante o escondiéndose en conductos de
ventilación, etc.
La nave consta de 142 habitáculos repartidos en cuatro planos que se
unen a través de las puertas o de las rejillas de ventilación. Cada
plano tiene varios niveles a los que se accede por medio de ascensores.
Para entrar en un ascensor, una puerta o una rejilla, bastará con
colocarse frente a ella y agacharse.
La criatura puede aumentar la potencia de sus saltos agachándose para
tomar impulso. También puede lanzar el ácido a mayor distancia
simplemente con mantener pulsada la tecla de disparo más tiempo.
También habrá que tener en cuenta que no todos los seres de la nave son
necesariamente enemigos, pero sí pueden llegar a serlo si les
provocamos.