Submenú para Innocent Until Caught de PC
Submenú para Innocent Until Caught de PC

Registro Recordar

Los mejores enlaces
Guía de Innocent Until Caught
Guía añadida por Administrador el 2003-10-03




 Lo primero que hice nada más aterrizar en el puerto espacial de Tayte fue coger un pasaporte que alguien se había olvidado en uno de los asientos de la sala de espera (no puedo evitarlo). Salí del edificio y me dediqué a dar vueltas por la ciudad en busca de un bar donde echar un trago. Pero el establecimiento que de veras me llamó la atención fue uno llamado "Paradise", y no porque hubiera un bello cuerpo de mujer en su escaparate. Decidí entrar, pero el gorila de turno me pidió mi documentación. Le entregué el pasaporte que había encontrado, y conseguí entrar, después de descubrir que ahora me llamaba Carmen. 

CHICAS BONITAS
Ya dentro, hablé con la que perecía la dueña del negocio, y le pregunté dónde podía conseguir algo de dinero. Me dijo que la cosa estaba difícil, así que le pregunté si podía hacer algo por ella. La respuesta fue afirmativa, ya que necesitaba recuperar un jarrón que había empeñado a un prestamista. Si yo lo conseguía, recibiría una buena recompensa.
Antes de salir del local, cogí un bastón, un perfumador y un chicle que la recepcionista dejaba en la esquina de su mesa. Quizá me fueran útiles. Además, repito que no puedo evitar apropiarme de todo lo que veo. Me dirigí entonces a otro bar situado a la derecha del "Paradise". Allí, le "quité" un boleto de préstamo a un tipo barrigudo que estaba sentado en la barra y recogí de una mesa un frasco con su tapa. Tapé el frasco y me lo guardé. Pedí al camarero mi ansiado trago, pero, para variar un poco, me pidió el dinero por adelantado. La cosa estaba clara: había que conseguir algo de pasta. 

TIPOS DUROS
Me dirigí al antro del prestamista, situado al fondo de la calle, y le entregué el boleto que le había "distraído" al tipo del bar. Recibí a cambio una antigua máquina de fotos. Me fijé entonces en el jarrón de la nena del "Paradise", e intenté "sustraerlo". Cosa imposible, aunque antes de devolverlo a su sitio, saqué de él una envoltura de chicle. Ya lo recuperaría más tarde...
Revisando la cámara de fotos, me di cuenta de que estaba descargada, así que encaminé mis pasos a través de un callejón oscuro donde había un mendigo, hasta llegar a una especie de carrito ambulante de perritos calientes. Por el camino recogí una bolsa, una lata, una manguera, una lata de aceite, y un huevo que alguien había tirado a la basura situada junto al chiringuito. Pues bien, en uno de los costados del puesto, encontré un enchufe donde recargué la cámara. Además, hablé con un "motero" que andaba buscando no se qué adorno para su moto. De vuelta al callejón, hice lo más sucio del mundo: disparé con la cámara al mendigo y, mientras éste estaba deslumbrado, le robé su sombrero, que contenía algo de dinero.
Luego, entré de nuevo en el antro del prestamista, y metí el jarrón en la bolsa que había encontrado en el callejón. Esta vez sí lo había conseguido, así que se lo entregué a la jefa del club "Paradise". Le tuve que recordar lo de la recompensa, y al final me dio un extraño adorno. Pensé que podía ser el del "motero", así que se lo llevé. Efectivamente, era lo que él andaba buscando. De nuevo tuve que hablar con el "motero" para recibir algo a cambio, esta vez el chaleco de su colega, formado por mitades de monedas, que guardé en mi bolsa.
Ahora sí que iba a tomar un trago en el bar, a la salud del pobre mendigo. Me senté tranquilamente en el último taburete de la barra y le di el dinero al camarero. Mientras me tomaba mi cerveza, presencié un violento ajuste de cuentas entre bandas locales. Al final de la matanza, pude recoger del suelo el extraño anillo reflector que había utilizado uno de los matones.
Bien, había gastado el poco dinero que tenía y sólo me quedaba una moneda. Debía conseguir más, así que me metí en la estación de metro de Bad Side (o "Lado Malo", no se podía llamar de otra forma), para viajar un poco. Pero antes de entrar al andén, había que franquear unos torniquetes. Mi ingenio me hizo envolver la moneda que me quedaba en el papel de chicle que tenía, y conseguir así una ficha para pasar al metro.
En una de las máquinas del andén, me fijé en un destornillador que estaba atascado. Utilicé mi lata de aceite para soltarlo, y me lo metí en el bolsillo. Además del destornillador, me hice con un radiocasete.
Utilicé el destornillador un poco más tarde sobre el camarero-robot del bar, para sacar de él un circuito impreso que conecté al radiocasete. De esta forma construí un control remoto, que usé para deshacerme del robot guardián del muelle, más allá del garito de los perritos calientes. Así, conseguí apoderarme de una gorra de capitán que estaba sobre la barandilla de un yate.
Le enseñe la gorra al prestamista y me la cambió por una alfombra voladora "auténtica". 

PRÓXIMA ESTACIÓN: THE HILL
Volví al metro y me introduje en el primer tren que vino. Dentro del vagón encontré un aerosol (típico). Me fijé en las estaciones y me di cuenta de que se trataba de una línea circular con estaciones: Bad Side, SpacePort, The Hill, Regurgi y East Eruk. Pues bien, me bajé en The Hill y me dispuse a conseguir algo de dinero, visitando a uno de los mafiosos más renombrados del lugar.
Su finca estaba al final de la calle, rodeada por una valla, junto a la que cogí un champiñón, y protegida por un sistema de circuito cerrado. Mostré a la cámara el anillo reflector conseguido tras la refriega de matones, y dije que quería devolverlo. Las puertas se abrieron, y penetré en los dominios de un tal Git Savage, al que encontré en su casa acompañado por la que sin duda era su mujer legítima. Le entregué el anillo, y le pregunté si tenía trabajo para un ladrón como yo. De esta manera, acepté una misión que consistía en robar tres cosas: un huevo de un pájaro alienígena llamado "Kahoula", una escultura de un tal Renato Spangle, y unos bonos de banco. Le pedí más información, y me dijo que el huevo lo encontraría en el zoo local, la escultura en la galería Stoneybridge y los bonos en el sótano del Citycitybank. Si conseguía estos tres objetos, Git compartiría beneficios conmigo.
Al menos ya sabía la manera de conseguir pasta, así que puse manos a la obra. 

TRES OBJETOS
Nada más salir de la casa del mafioso, me encontré ante la puerta de la galería de arte. Entré y cogí una "obra de arte", en forma de bolita. Conecté entonces la manguera del callejón al spray del metro y disparé la bolita contra la vitrina central de la galería, que era la que contenía la escultura que me interesaba. El primer tiro no salió muy bien, así que recogí de nuevo la bolita y lo intenté otra vez. Luego puse la "auténtica" alfombra voladora a los pies de la vitrina, y disparé por tercera vez. La estatua cayó sobra la alfombra y no tuve más que recogerla y entregársela al capo. Sólo me quedaban dos objetos para ser rico.
Me metí en el metro y me apeé en la siguiente estación (Regurgi). Salí a la calle y encontré un puesto de perritos calientes abandonado. Cogí un perrito caliente y llené mi frasco de mayonesa. Con el frasco, logré atrapar una mosca que revoloteaba por allí (qué cosas).
Luego entré en... ¡la policía! Sí, y eso que no es mi lugar favorito. Pues bien, hablé con el sargento encargado y le pregunté que qué tal andaban las cosas por la zona. Me contó una historia sobre drogas. Yo me interesé por el tema (está bien, puse el puntero encima de la palabra "droga"), y al final recibí una bolsa de harina, que había sido confundida por la sustancia estupefaciente. Salí de la policía y me introduje en la puerta de al lado. Resultó ser un banco, más exactamente, el banco donde se encontraban los bonos que debía conseguir.
Hable a una de las ventanillas y apareció una chica preguntándome qué quería. Le respondí que abrir una cuenta, y ella me dijo que necesitaba ingresar una cantidad en metálico. Le enseñé la bolsa con el chaleco del "motero". La bolsa no cabía por la ventanilla, así que llamé al timbre de la puerta de las oficinas y se la entregué a otro empleado. Llamé de nuevo al timbre y, mientras el empleado abría la puerta, aproveché para poner mi chicle en la cerradura. De esta forma, pude entrar a las oficinas y husmear es sus archivos, gracias al destornillador. De los archivos obtuve un fichero con un interesante número de cuenta, y un cianotipo con los planos de la cámara acorazada del banco.
Salí del banco y bajé al metro, para ir a la siguiente parada, East Eruk. Allí se encontraba el zoo local. Entré y llegué a un precipicio, al otro lado del cual se encontraba sin duda el huevo que andaba buscando. Pero era imposible alcanzarlo. Junto a la puerta del zoo, utilicé de nuevo el destornillador para explotar el globo de un niño y conseguir así su cordel. Quizá me fuera útil. La situación no estaba muy bien que dijéramos: sabía dónde estaban los bonos y el huevo, pero no podía conseguirlos. 

EN EL ZOO
Para pensar mejor, cogí el metro y me dirigí a los muelles. De repente, apareció un camión de la basura, al que me subí sin pensármelo dos veces. Después de todo, peor no podía estar.
El viaje acabó en el interior de zoo. La suerte estaba cambiando. Del suelo recogí dos trozos de viña y un palo. Junté uno de los trozos con el palo y obtuve una especie de garfio. Hice lo mismo con el bastón del club "Paradise" y el cordel del globo, con lo que conseguí un arco.
Debía pasar por el precipicio de mi izquierda, pero un monstruo me impedía cruzar. Utilicé el perfume contra él. Luego, junté el arco con el garfio, y disparé al techo, encima del montículo donde estaba el monstruo. Me deslicé cual Tarzán hacia el otro lado del precipicio, y continué andando hasta encontrarme con una voraz planta carnívora, a la que dejé satisfecha con mi perrito caliente. Al final del sendero se encontraba el nido con el huevo alienígena. Lo intercambié por el que había encontrado en la basura y regresé a la liana.
Tras cruzar de nuevo el precipicio, descubrí una trampilla retirando un montón de paja. Abrí la puerta metálica, até el trozo de viña que me quedaba a una argolla y descendí por el agujero. Me encontraba en las alcantarillas de la ciudad, donde seguramente estaba la cámara acorazada del banco. Utilicé dos veces el cianotipo del banco hasta llegar a la pared que cubría la cámara acorazada del banco. Allí deposité el champiñón, y utilicé el frasco con la mosca. Se produjo una explosión, que dio como resultado la apertura de un agujero en la pared. Así, entré en el interior del banco, y, gracias a la harina, pude librarme de los rayos láser invisibles que protegían los preciados bonos.
Con el huevo y los bonos, salí de nuevo a las alcantarillas y me metí por un túnel que conducía directamente a la estación de metro East Eruk. Cogí el primer tren y me dirigí a The Hill, para entregar los dos objetos a Git el mafioso. Así lo hice tras hablar con la cámara de seguridad de la finca del matón. Y cuando ya esperaba mi ansiada paga, lo que recibí fue una soberana paliza, que, encima, me hizo dar con mis huesos en la cárcel, con una condena de 200 años. Así es la vida. 

EN LA PRISIÓN DE ALACASELTZ
Fui encarcelado en Alcaseltz, la prisión más segura de todo el sistema intergaláctico. Me encontraba en una solitaria celda cuyo único mobiliario era una cama. Me senté en ella, y como caído del cielo, apareció por la ventana un extraño dispositivo. Desde luego, todo esto era muy extraño. Era como si alguien quisiera que siguiera con mi aventura.
Cogí el dispositivo y leí un mensaje que portaba: "Señalar al muro y pulsar el botón. Luego buscar un espacio abierto y pulsar otra vez." Seguí las instrucciones. Cogí el extraño aparato, señalé al muro de mi celda, y pulsé el botón. En décimas de segundo, se abrió un amplio boquete. Penetré por él hasta la celda contigua. Así conocí a Narm N'Palm, otro recluso, aficionado al armamento militar. Me fijé en el suelo de su celda y descubrí un felpudo que, tras retirarlo, descubrió un pasadizo subterráneo en forma de laberinto.
Logré solventar el laberinto gracias a un plano que dibujé y que te enseño, de recuerdo. Una vez fuera del laberinto, me desplacé a la derecha hasta encontrar un espacio abierto, como indicaba el mensaje del aparatito. Lo volví a utilizar, y nos transportó a Narm y a mí a una extraña nave. 

UNA NUEVA MISIÓN
Resultó ser una nave de la Federación. Allí hablé con un agente, que me informó de una misión que yo debería llevar a cabo. Consistía en desplazarme al planeta Shmul y arrebatar a su dictador, un tal P'PauD'P'Pau, un arma llamada "Transatron", con la que pensaba destruir la Federación. Al menos los agentes no tenían nada que ver con Hacienda. Menos mal.
Me introduje entonces disfrazado de turista, en un gran transbordador espacial con destino a Shmul. En el camarote en el que me encontraba, cogí unas flores de un florero y salí al pasillo. Entregué las flores a una pareja de recién casados y le "birlé" la cartera al marido. De ella saqué un pasaporte y una tarjeta de crédito. Me dirigí entonces al bar, para tomar algo. Me lo tenía merecido. Hablé con el camarero y, tras mostrarle la tarjeta de crédito y el pasaporte me sirvió la botella de güisqui más grande que tenía. Me la bebí de un sólo trago. Así me pasó: estuve el resto del viaje inconsciente. 

EN SHMUL
Estábamos ya en Shmul. Hablé con Narm y le dije que distrajera un poco a una vieja mientras yo le "levantaba" su estola de visón. Claro, como no puedo evitarlo...
Acto seguido, me desplacé al oeste para ver el pueblo. Entré primero en la tienda de la derecha, que era algo así como una ferretería. Lo primero que hice fue "volar" un destornillador (el objeto más útil que había visto nunca). Luego hablé con el propietario. Lo primero que le dije es que si tenía algo gratis. Me dio entonces una caja de viejos componentes electrónicos. Hablé de nuevo con él y le pregunté si era seguidor del dictador P'PauD'P'Pau. Me dijo que no, y me dio otro objeto: un libro con las normas de etiqueta del palacio del dictador. Leyéndolo me enteré de la gran dote que recibiría quien se casase con la hija de P'PauD'P'Pau, además de averiguar la contraseña para entrar a palacio. Esta era "Akimbo".
Antes de salir de la tienda, utilicé el destornillador para abrir la caja de componentes. Junté éstos con la estola de la vieja para construir una especie de perro mecánico. Supuse que me serviría más tarde.
Salí por fin de la tienda y entré en el bar que estaba en frente. Allí conocí a Eugenio Cringe, un técnico de laboratorio enamorado de la princesa Despi, la hija del dictador. Al final hicimos un trato. Si le entregaba una carta de amor a la princesa de parte de Eugenio, él luego haría lo que yo le pidiese.
Fui entonces a los aposentos de la princesa, que se encontraban calle abajo, hacia la izquierda. Hablé con la guardia y les dije la contraseña. Entré sin ningún problema. Una vez dentro, me dirigí hacia la izquierda, hasta ver la caseta de un perro guardián. Usé entonces mi perrito mecánico para distraer su atención y penetrar por una arcada en los jardines de palacio. El balcón de los aposentos de la princesa se encontraban en lo alto del palacio, así que tuve que escalar un rosal para llegar hasta ella.
Entonces fue cuando la vi. Hermosa, bella, maravillosa, preciosa..., ¡me enamoré, señoras y señores! Después de halagarla un rato, le dije que le traía una carta, pues no confiaba en el servicio de correos. Al final, quise invitarla a cenar y rompí la carta de su admirador. Y no, no me arrepiento.
Volví entonces al bar para hablar con el técnico de laboratorio. Menuda bola le largué: le dije que había entregado su carta, que Despi creía que era un Dios griego, y que se encontraría con ella en sus aposentos aquella misma noche. A cambio, le pedí un juego de llaves para entrar en el laboratorio y robar el arma secreta. Eugenio me recomendó que entrara de noche en el laboratorio disfrazado de guardia, para no ser reconocido, y me entregó las llaves. Todo iba viento en popa, pero..., pero, ¿qué iba a pasar con el pobre de Eugenio? 

DE NUEVO EN PRISIÓN
Busqué a Narm y lo encontré en la terminal de equipajes. Le dije que me consiguiera un uniforme de la guardia. Al rato me lo trajo. Luego volví a hablar con él y le dije que tenía un plan, pero que él debería ayudarme. El plan tenía que ver con Eugenio, y no sé hasta qué punto resultó.
El caso es que, yo mientras me coloqué el uniforme y me dispuse a entrar en el laboratorio. Pero cuando ya estaba dentro, me apresaron.
Menos mal que examinando con lupa la ventana de mi nueva celda, encontré a Narm. Le dije entonces que le pidiera a la princesa que me ayudara, y le redacté un poema de amor para que se lo dijera de mi parte. Para la confección del poema, utilicé las palabras más dulces que se me ocurrieron, dejando de lado las obscenidades que venían a mi mente cuando pensaba en su cuerpo.
El mensaje surtió efecto, ya que Despi me libró de la tortura y me dejó marchar. Me reuní con ella un poco más tarde en el bar y le dije que me contara dónde podría encontrar el "Transatron". Me dijo que no existía tal cosa, y que lo único que su padre llevaba en secreto era un extraño cristal púrpura del tamaño de un puño que el dictador siempre llevaba encima. Le pregunté dónde se encontraba su padre, para "levantarle" el cristal, y me dijo que en Skycity, una fortaleza a la que sólo se podía acceder viajando en una nave especial. La única posibilidad de colarse en la nave sin ser descubierto era conseguir una autorización especial para equipajes, ya que de esta forma, no eran revisados. Despi me consiguió la autorización.
Encontré luego a Narm junto al laboratorio y le pedí que me consiguiera un cajón en el puerto espacial. Yo esperé un rato y me dirigí hacia allí.
Puse la autorización en el frontal del cajón y hablé con Narm, que estaba dentro. Me introduje yo también en el cajón y fuimos subidos a una nave.
Al cabo de unos días decidimos cambiarnos de lugar, por si acaso. Al final, nos metimos en una pequeña nave de auxilio. Pero como Narm no se podía estar quieto, apretó un botoncito, y fuimos a caer junto a la base de Skycity. Tuvimos que utilizar las escaleras para llegar a lo alto. 

SKYCITY
Una vez arriba, me dirigí al hangar de naves por la puerta de la derecha. Allí encontré una palanca. Seguí caminado y, en la sala de mandos, hable con Despi. Me contó que el extraño cristal servía para acceder a las cuentas secretas del SIDF, hacienda, y transferir dinero ilegalmente. El cristal lo había escondido su padre en algún lugar de la fortaleza.
Regresé junto a Narm. En esa misma sala, retiré un cajón que tapaba una puerta y entré por ella, hasta llegar a una especie de almacén. Tuve que saltar hasta un nivel inferior, donde utilicé la palanca con otro cajón de madera para sacar de él un globo y una botella de gas. Además, me fijé en un extraño zócalo de almacenamiento. Pero para abrirlo, necesitaba un pase. Decidí pedírselo a Despi, pero antes tenía que salir de allí. Inflé entonces el globo con la botella y, gracias a la ayuda de Narm, pude regresar al lado de la princesa. La encontré donde la había dejado, en la sala de mandos, y le pedí su tarjeta de código. Volví con la tarjeta al almacén y la usé sobre el zócalo. Al momento, tenía el cristal púrpura en mi poder.
Llevé el cristal a la sala de mandos y lo situé sobre el centro de la consola. Intenté hacerlo funcionar pulsando uno de los dos grandes botones amarillo, pero fue imposible. Yo no sabía manejarlo. Salí de la habitación y regresé al rato.
Me llevé una desagradable sorpresa cuando me encontré cara a cara con P'PauD'P'Pau. Éste me contó que yo había servido de marioneta a los de la Federación, ya que ellos querían alterar cuentas suyas ilegales del SIDF. Le aposté entonces a que el cristal no funcionaba, pero como no tenía un duro, se rió de mí. Pensé entonces en Despi, y le pedí que se casara conmigo. De esta forma, pude apostar su dote.
P'PauD'P'Pau accionó entonces el cristal y..., bueno, algo extraño ocurrió. Pero no os lo voy a contar ahora. De hecho, ando ya metido en otro follón. Ya os contaré, ya...